28 ene 2013

Tres


Nos recibió la lluvia. O al menos así lo quiero recordar. Esa lluvia imprevisible que tan pronto es llovizna como aguacero. Nos bajamos tirando de las maletas en Platt Fields, el parque inmenso, buscando el hostal entre perdidos y sobrecogidos por estar en tierra hostil.

Casas, casas, casas y casas. Nos aventuramos camino del centro, con más ilusión que orientación. Poco a poco se vislumbraban edificios de más de dos plantas. A un lado la BBC, símbolo donde los haya, y mucho más adelante, otro símbolo: una noria que brillaba en el frío de la noche. Hoy no queda en pie ninguno de los dos.

Entonces no sabíamos bien a qué veníamos a Manchester. Ahora no queda ni la sombra de aquel tiempo.


7 jul 2012

Los sueños son otra cosa


Si hace 12 años me dicen que Garbage va a tocar a diez minutos andando de mi casa, me hubiera vuelto loco, gastado mis ahorros en las entradas y puede que hasta acampara la noche antes para estar el primero de la fila y que la mismísima Shirley Manson vertiera su tristeza sobre mi.Claro, que hace diez años vivía en Dos Hermanas, no en Manchester, y Garbage... Garbage eran otra cosa.
Hubiera sido un sueño hecho realidad, todo lo que mi yo adolescente hubiera deseado para morir feliz. Pero a medida que me he ido haciendo mayor, he descubierto que los sueños por los que merece la pena sufrir están hechos de otra pasta. También es cierto que mis gustos musicales han ido cambiando a medida que he ido creciendo. Con 16 años, mi ansiedad de fan adolescente me hubiera llevado a inundar las redes sociales con mensajes desesperados anhelando el nuevo disco de Garbage (totalmente ucrónico, ya que además de ni existir Facebook, mi ordenador iba a pedales e Internet estaba en pañales). Ahora, más bien cerca de los 30, me enteré de la existencia de Not your kind of people por casualidad, y tan poco me han movido por dentro las nuevas canciones que ni me he molestado en comprarme una entrada para ir al concierto.

Dicho esto, mientras buscaba los vídeos en Youtube para escribir esta entrada (mis videos de Garbage están una cinta VHS grabada del programa de los 40 principales de Canal Plus) me ha entrado una cosica, no sé si arrepentimiento, nostalgia o el vértigo de haber mirado atrás y haber comprobado que mi vida ha cambiado y hay parte de ella que no voy a poder recuperar jamás.

15 feb 2012

Trabajo/jubilación/gardening

Una maceta de hormigón. Cuadrada, gris, contundente. Industriosamente artesanal. Así, sin más, no dice nada, pero lo que para mí es la pieza clave de la exposición Totem, de Daniel Fogarty (Galería Bureau, Manchester, hasta el 17 de marzo) encierra una reflexión sobre una de las aficiones británicas por excelencia: la jardinería (gardening).

La ficha que acompaña a la exposición, una conversación electrónica email tras email entre el artista y su pareja escritora, Natalie Bradbury, profundiza en lo que a primera vista puede parecer un deshecho mal encofrado reciclado para un mejor uso. Fogarty, en su obra, se obsesiona por la repetición industrial de la cadena de trabajo hasta conseguir un acabado artesanal, combinando la escultura con la fotografía sobre fotografía. La maceta está inspirada en un tradicional método de construcción de bordillos en los parterres del jardín, recientemente popularizado por un programa de la BBC, consistente en verter hormigón en los huecos hechos en tierra con ladrillos.

La jardinería con la que los jubilados ocupan su tiempo en Reino Unido no es para Fogarty un momento de ocio, aislamiento y disfrute, sino más bien la continuación en el jardín trasero de casa de la actividad laboral de la que han sido expulsados. De producir beneficios para una empresa, el trabajador jubilado pasa a producir beneficios tangibles para sí y los suyos, un huerto en casa, y una forma de seguir sintiéndose útil, o, insisto, productivo.

Cabe plantearse la función social y sanitaria de la jardinería o de la horticultura. Todos hemos tenido abuelos que plantaban sus rosales, sus tomates o pasaban los días en su parcelita. ¿Qué otra cosa van a hacer?, me decía Natalie. Dejo la pregunta en el aire, mientras vienen a mi cabeza los huertos urbanos de grandes ciudades, llenos de jubilados que si con su pensión no pueden permitirse lujos en la cesta de la compra, pueden al menos darse por satisfechos cultivando sus propias verduras.

De los huertos de/para jubilados salto a otra modalidad social de la horticultura doméstica: los huertos comunitarios o sociales, o como esta idea de aprovechar los terrenos baldíos para ofrecer comida gratis a los ciudadanos de Todmorden, una pequeña población en Yorkshire (no muy lejos de Manchester). Enseguida pienso en cómo resultaría la idea en mi pueblo: ¿Huerto público en las cunetas y bordillos de donde cualquiera puede recoger los frutos? Ante el primer signo de madurez de los tomates ya no quedaba ni uno, o todos en la cocina del más rápido o en algún puesto al grito de "tomates baratos, que me los quitan de las manos".

4 feb 2012

NIEVE, al fin!



La nieve ha hecho acto de presencia, de forma improvisada, como mejor sabe hacerlo. Había rumores durante toda la semana. A lo mejor nieva, a lo mejor no. Desde hace varios días, las calles han amanecido cubiertas de sal. De repente, en esta mañana de sábado madrugadora, de esas que a mí me gustan para aprovechar el tiempo haciendo labores domésticas, miro por la ventana y.. no, no es la espuma de la lavadora del vecino, es nieve. Nieve de verdad! Y lleva así más de media hora. Pronto todas las calles estarán blancas, los tejados se confundirán con el cielo y los parques con colinas estarán llenos de niños y trineos o adultos? como yo con bolsas de plástico...

Ver nevar, cuando no estás acostumbrado (mi primera vez real fue el año pasado) es una gozada (como diría Arguiñano). No obstante, si no para, llegarán las malas noticias de transportes interrumpidos, aeropuertos colapsados, resbalones y caídas; muy del gusto de la prensa popular made in UK. Pero eso es la cara B. Por el momento, disfruto escuchando la cara A pegado al radiador, y no quiero que deje de sonar.

14 ene 2012

El regreso



Sobre mi mesa, dos barajas de cartas que Laura había dejado. Dos barajas de póker. Una con trasera azul y sin funda y otra con trasera roja y en una funda desgastada. Quiero recordar que ninguna de las dos está completa. En un segundo, una estúpida idea cruza mi cabeza: voy a buscar el dos de corazones. No el as, no, el dos. Dos corazones juntos. Paso las cartas una a una, rápidamente, tréboles, picas, sietes, ases, reyes, corazones! ochos, cuatros. Llego a la última carta de la baraja azul y ni rastro. Entonces saco la baraja roja de su funda desgastada, con las figuras mirando hacia abajo. Seguro que las cartas están mezcladas. Tiene que haber cartas azules, tiene que haber cartas azules mezcladas!, grito para mis adentros mientras las voy pasando frenéticamente.Y de repente, aparece una carta azul. Una única carta azul en toda la baraja roja. Miro el dos de corazones con trasera azul. Lo miro y pienso por qué he vuelto a elegir la baraja equivocada mientras la desazón se apodera de mi cuerpo y empiezan a brotarme lágrimas.