19 may 2011

Pete Doherty before jail

Un año y pico en Manchester y he disfrutado de muchos menos conciertos de los que me hubiera gustado. Y no ha sido por oportunidades, si por algo se conoce a la capital del norte además de por el fútbol es por la cantidad de bandas que ha parido. Puedo empezar una lista, desde Oasis a Elbow pasando por The Ting Tings... pero sería muy larga para hacerla de memoria. También he de reconocer que a veces dejo escapar las oportunidades. Por ejemplo, Arcade Fire ha estado ya un par de veces por la ciudad –aunque volverán antes de que acabe el año– y cuando me he querido enterar ya estaban las entradas agotadas...

Queda comprobado entonces que si me pierdo conciertos es porque no sé organizarme. Vale, golpe número uno encajado, con fácil solución. Golpe número dos: no siempre tengo con quién ir, así que tendré que buscar más amigos. Golpe número tres: una vez quise ir a ver a The Wombats y cancelaron el concierto. Vale, eso ya es Murphy en persona dando por culo.

A veces Murphy se acuerda de mí para bien, como aquella vez que fui a ver a la hija de Sting y otros en un concierto gratuito organizado por Spotify –sí, Spotify y música gratis fueron sinónimos durante un tiempo feliz–, o justo ayer, cuando de pronto, surgidas de la nada, mi housemate aparece con dos entradas para ver a Pete(r) Doherty en directo.



Estuve toda la noche bromeando sobre si éste iba a ser el último concierto de Doherty antes de que muriera de sobredosis o lo metieran en la cárcel de por vida... Bueno, hoy ha sido condenado a seis meses de prisión por posesión de cocaína... No digo más.

14 may 2011

Compromiso


Escribo mientras escucho Whatever People Say I am, That's What I'm Not de Arctic Monkeys, acabo de tomarme un té y esta mañana me he metido un full English –o casi– entre pecho y espalda. Digo antes sorry que perdón si me tropiezo con alguien en la calle, salgo en mangas cortas aunque haga 7 grados y he pasado una semana en Sicilia representando a UK en un encuentro de jóvenes europeos.

A pesar de todos estos hechos veraces y comprobables, mi compromiso democrático está con mi terruño. Al menos mientras no esté empadronado en Manchester. Por primera vez en mi vida voy a votar por correo en unas elecciones locales; no voy a perder la oportunidad de aportar mi granito de arena en la manera en que quiero que se gobierne mi ciudad natal, regrese cuando regrese –y si regreso–.

El sobrecito con la papeleta ya debe estar en el avión camino de la mesa electoral, con la efigie dorada de Queen Liz estampada en tamaño XXL. Cinco libras para certificar un voto bien gastadas, que aunque vayan a ser reembolsadas después poco me importaría perder por tal de ejercer mi derecho y deber como ciudadano. Por cierto, ciudadano nazareno, para más inri.